Perspectivas | Fondos de libertad (financiamiento flexible)

Fondos que liberan

Las organizaciones civiles no lucrativas nos hemos encargado de proponer resoluciones a los dolores que nos atraviesan frente a los conflictos del mundo. Algunas decidimos trabajar con recursos propios; otras, con modelos empresariales que generan utilidades y nos permiten cubrir nuestras necesidades. Muchas más hemos tomado valor para ser parte del universo de los donativos, y algunas hemos aprendido a diversificar nuestras formas y hacer un poquito de todo.

Una de las áreas fundamentales que sostienen a las organizaciones no gubernamentales es la procuración de fondos, dedicada a conseguir recursos para operar. Hoy también la llamamos movilización de recursos, porque nos dimos cuenta de que ya no se trata solamente de conseguir fondos monetarios o apoyos en especie, sino de reconocer que cualquier recurso que alivie una preocupación es ocupación de este “departamento”. Con la experiencia, entiendes que también los intercambios y favores, que suelen venir de la propia comunidad donde trabajamos, son recursos valiosos que conseguimos tirando de hilos sutiles y astutos, mismos que sostienen nuestro quehacer cuando los fondos monetarios no llegan. Y sí, eso también es movilizar recursos.

A esta enorme camiseta de gestionar soluciones se le puede descoser desde muchos lados, pero uno del que poco se habla es el de los fondos que nos dan libertad, conocidos en el medio como fondos no restringidos o sin etiquetar. Estos son los que permiten cubrir gastos que no lograron entrar en un presupuesto con un donante, o bien, gastos imprevistos que surgen de emergencias o crisis. En muchos casos, son los que nos permiten garantizar opciones laborales dignas para quienes integramos las organizaciones.

Como movilizantes de recursos, siempre debemos tener en cuenta que cada fondo tiene su propio proceso y requisitos. Y aunque el día de hoy crece la tendencia hacia la flexibilidad y hacia construir relaciones de confianza con donantes, que nos permitan decidir cómo utilizar los recursos, la realidad es que aún hay muchas limitaciones. Sueldos y prestaciones, procesos legales y contables, gastos bancarios, viáticos, capacitaciones, seguros y mantenimientos… son solo algunos de los conceptos presupuestarios que siguen siendo muy controlados o incluso excluidos de las solicitudes a donantes.  A esto me gusta llamarlo “la administración de la moral”, un mecanismo socioeconómico que se instala en los valores e inteligencias de quienes procuramos y administramos recursos dentro de una organización no lucrativa. Porque las ideas de lo que es suficiente, de lo que es estar bien o incluso de lo que es justo, siempre estarán atravesadas por el contexto y el origen del donante, así como por las prioridades y necesidades de cada ONG.

En Una Mano para Oaxaca – UMPO- , colectiva que conformamos cinco mujeres, hacemos malabares entre el financiamiento, la operación, las vinculaciones y todo el trabajo que nutre a la organización. Hemos aprendido que siempre hay que reinventarse para hacer rendir los recursos, y que además sean recursos sobre los que realmente tengamos agencia y el poder de utilizarlos en lo que necesitamos.

En el camino nos encontramos con huecos e insuficiencias en recursos básicos para funcionar, y fue ahí cuando descubrimos a nuestro salvavidas más fiel: los fondos sin etiquetar.

¿De dónde nacen estos fondos? Generalmente de algún donante que aporta de su propio bolsillo y no tiene que rendir cuentas a nadie más que a sí mismo, pero que entiende que para alcanzar resultados hay muchos gastos de la vida cotidiana que cubrir. En nuestro caso, reconocemos que UMPO ha logrado sostenerse en el tiempo porque hemos encontrado distintas opciones para obtener fondos no etiquetados: plataformas digitales de fondeo, donativos individuales a través de campañas creativas, amistades que cuando tienen la oportunidad no dudan en apoyar, y, por supuesto, alianzas con fundaciones que han luchado por flexibilizar cada vez más sus aportaciones.

Estas fundaciones reconocen que una organización como la nuestra tiene las mismas necesidades estructurales que cualquier empresa, y que quienes colaboramos tenemos el mismo derecho que cualquier persona a vivir con plenitud, sin tener que sostener dobles o triples jornadas. Porque si las organizaciones por dentro no están bien, ¿cómo podríamos procurar bien para otros?

En colaboración con: 

Alejandra Rosado es cofundadora y coordinadora general de Una Mano para Oaxaca (UMPO). Ingeniera en Industrias Alimentarias por el ITESM campus Querétaro, desde 2015 ha acompañado proyectos sociales enfocados en la autogestión de medios de vida.

Con UMPO, Alejandra ha trabajado junto a fondos nacionales e internacionales para fortalecer la defensa de la gobernanza y la agencia de mujeres e infancias de pueblos originarios, especialmente a través de la preservación de saberes locales y oficios tradicionales en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Hoy, mientras la organización sigue creciendo y transformándose, Alejandra también se forma como pedagoga en el Centro de Desarrollo Antroposófico, buscando aportar una mirada educativa que enriquezca los programas comunitarios que acompaña.

ABOUT THE AUTHORS

emily & mae

We co-founded and currently co-lead Better Funding. This blog is a collaborative space, and we’ll be partnering with a range of authors, creators, and community voices to explore new possibilities in philanthropy.

You can find more about each contributor in the individual posts.

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